28 abril 2013

Las primeras semanas tras la defensa

Fuente: stockphoto.
Las semanas tras la defensa las he dedicado a descansar. Me refiero a no tocar nada relacionado con la tesis, porque he continuado trabajando. Es una forma de oxigenarme de ella.

Al principio se me hacía muy raro disponer de tiempo para mí, tener los fines de semana libres, sin tareas asociadas a la tesis.

A los pocos días de terminar (11 días) me derrumbé. Supongo que fue toda la tensión acumulada durante el proceso. Tuve un ataque de ansiedad que me duró dos días (taquicardias, el corazón golpeándome en el pecho, me costaba respirar, me dolía el pecho, me mareaba,...). El primero lo gestioné con relajantes musculares, pero al ver que no se me pasaba, tuve que ir a urgencias. Me asusté mucho. Fue espantoso. Lo curioso es que me ocurrió estando tranquilo y solo, en casa, días después de haber acabado. En urgencias del hospital me dijeron que era común que ocurriera así. Una vez que desaparece toda la química del cuerpo que te ha permitido funcionar, aflora el estrés que has acumulado. O al menos eso es lo que a mí me ocurrió. Dormir, descansar, un poco de medicación... y listo.

Fue una catarsis. Morir y renacer. Expulsar. A partir de entonces he dejado de tomar café o cualquier otro líquido que contenga cafeína (de la que abusaba) y me encuentro mucho mejor. A medida que se aleja la fecha de la defensa empiezo a sentirme mejor, más animado y dispuesto a retomar otros proyectos.

Ahora estoy reeducándome con respecto a mi vida privada. Quiero recordar con qué cosas disfrutaba y me divertía antes de sentirme colapsado por la tesis. Quiero dejar de descansar y retomar las pequeñas cosas que me hacen feliz, y que aplacé durante tanto tiempo.

Siempre existe la tentación de rellenar el tiempo dejado por la tesis con otras cuestiones académicas pero ahora, más que nunca, quiero reservarme tiempo para mí y para mi vida. Tiempo para vivir.