Es una regla no escrita que
tras la defensa de la tesis doctoral el doctorando debe invitar al tribunal a comer. Aunque aquí la variabilidad es grande, se presupone que el lugar debe ser un restaurante elegante.
Esta comida la paga el doctorando con su dinero (no hay becas de comida postdoctorado, vaya).
Esta comida es "de trabajo", por lo que se sobrentiende que no se deben mezclar personas. Lo habitual es que sólo puedan acudir el doctorando, la dirección de la tesis (o codirecciones), y los miembros del tribunal. No pueden ir tus amigos, ni tu familia, ni compañeros del departamento, o del programa de doctorado.
Lo que puede ocurrir en la comida... pues entiendo que puede variar mucho de una comida a otra. Puedo hablar de mi experiencia, pero si pienso a grandes rasgos, seguro que algunos aspectos pueden ser generalizables al resto. En las comidas post-defensa pueden tratarse los siguientes temas:
1/ Tu trabajo de tesis (que te sigan preguntando, indagando y, a veces, incomodando).
2/ Que te indiquen nuevas líneas de investigación.
3/ Que comience una lucha de egos entre los presentes (bastante común).
4/ Que hablen de lo difícil que está la universidad.
5/ Que se comente sobre tu posible carrera en la universidad y opciones posibles e indicaciones.
6/ Que qué buena está la comida.
7/ Que se hable de cuestiones personales sin importancia.
En general, en ese momento te encuentras tan cansado y aturdido que no estás muy fresco para mantener conversaciones muy brillantes, así que el doctorando suele ladearse un poco en las charlas, y se involucra cuando no hay más remedio.
A mí me tocó un miembro del tribunal un poco exhaustivo, por decirlo así, que seguía examinándome durante la comida y su actitud fue bastante impertinente, la verdad. Por el contrario, el resto fueron absolutamente encantadores.
La comida es el momento ideal para entregar al tribunal un pequeño recuerdo (obsequio) por parte del doctorando, si así se considera.
Lo mismo, pero mucho más, para la dirección de tesis.
La comida no es un momento que el doctorando disfrute demasiado, ya que está muy cansado y quiere que todo termine. Aún así, es parte del proceso, y sigue siendo un acto "académico". En este sentido, no hay que bajar la guardia y "continuar con la corbata puesta".