06 septiembre 2013

El primer verano... tras la tesis

Este ha sido mi primer verano tras la defensa de la tesis. Los dos veranos anteriores... no fueron vacaciones. En 2011 realicé la estancia en una universidad extranjera y en 2012 tuve que entrar en boxes para reparaciones de salud y en cuanto salí del hospital continué con la tesis.

Este hecho, sumado al propio agotamiento de mi trabajo fuera y dentro de la universidad me llevó a un estado de agotamiento extremo, que terminó tras la defensa de nuevo en el hospital, por ansiedad y cansancio. Esa fue mi experiencia, pero no tiene por qué ser la vuestra, por supuesto.

El caso es que a medida que se aleja la defensa y voy descansando de ella, vuelven mis energías. Este verano (agosto, me refiero) ha sido importante para favorecer esto. Lo he dedicado literalmente al dolce far niente. Y recalco lo de niente porque es exactamente lo que he hecho: nada. Pasear, hablar, ver TV, leer, ver cine, ir de tiendas... esas pequeñas cosas a las que no damos importancia hasta que estamos colapsados de trabajo y obligaciones.

Y ahora, de vuelta al trabajo y ya descansado, tengo mucha más energía que nunca por lo que he empezado el curso liderando la puesta en marcha de varias investigaciones. Pero de esto os hablaré en otra entrada, ligándolo a la etapa post-doc.

La moraleja, como comentaba en una entrada muy antigua de este mismo blog, es que hay que saber trabajar y hay que saber descansar del trabajo. Tan importante es uno como otro.